La relación entre el bienestar, la salud y las artes es cada vez más reconocida a nivel global. Numerosos estudios demuestran que la participación en actividades artísticas y culturales puede tener un impacto positivo significativo en diversos aspectos del bienestar y la salud de las personas. Desde Europa hasta Latinoamérica, se han desarrollado iniciativas innovadoras que buscan aprovechar este vínculo y mejorar integralmente la calidad de vida de las comunidades.
En Europa, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido pionera en resaltar el valor de las artes para la salud y el bienestar. En 2019, la OMS publicó un informe que recomendaba por primera vez la inclusión del arte y la cultura en los sistemas de salud. Este documento destacaba que actividades como pintar, dibujar, componer o participar en grupos teatrales pueden mejorar el bienestar psicológico, fisiológico y social de las personas.
Siguiendo esta línea, en 2023 la OMS lanzó un nuevo informe titulado “WHO expert meeting on prevention and control of noncommunicable diseases: learning from the arts” (Reunión de expertos de la OMS sobre la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles: aprendiendo de las artes) que profundiza en el papel de las artes en la prevención y el tratamiento de enfermedades no transmisibles, como las dolencias cardiovasculares, la diabetes o el cáncer. Según este estudio, las artes pueden proporcionar soluciones creativas para reducir la carga de los tratamientos y abordar la problemática desde un enfoque preventivo, especialmente en situaciones de crisis prolongada.
Un informe publicado en 2023 por el grupo de investigación colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la University College of London, realizó un exhaustivo análisis de los hallazgos de varios estudios longitudinales llevados a cabo entre 2017 y 2022 en el Reino Unido y Estados Unidos llamado “The Impact of Arts and Cultural Engagement on Population Health” (El impacto de la participación en las artes y la cultura en la salud de la población).
Los resultados de esta investigación demuestran de manera contundente que la participación regular en diversas formas de actividades artísticas y culturales está asociada a una mejor salud física y mental, así como a un mayor bienestar general a lo largo del ciclo vital. Por ejemplo, se encontró que aquellas personas que asistían con frecuencia a museos, galerías de arte, conciertos o espectáculos teatrales, presentaban menores índices de depresión, ansiedad y aislamiento social, en comparación con quienes no participaban en este tipo de actividades. Asimismo, la práctica activa de alguna disciplina artística, como tocar un instrumento musical, cantar en un coro o participar en talleres de pintura, se relacionó con mejoras significativas en la función cognitiva, el control emocional y la calidad de vida.
Estos hallazgos se mantuvieron incluso después de controlar factores sociodemográficos y de salud, lo que sugiere que el efecto beneficioso de las artes va más allá de las características individuales. Además, el estudio reveló que los beneficios se extienden a lo largo de toda la vida, desde la infancia hasta la vejez.
En la infancia, la participación artística se asoció a un mejor desarrollo socioemocional, una mayor autoestima y concentración, así como a la prevención de comportamientos poco saludables. En la adultez, las artes demostraron ser efectivas para evitar problemas de depresión y ansiedad. Y en la tercera edad, funcionaron como herramienta contra el deterioro cognitivo, el dolor crónico y la soledad. Los beneficios se observaron tanto en actividades de participación activa (talleres, interpretación musical, etc.) como en propuestas más receptivas (asistir a conciertos, visitar museos, etc.). Esto sugiere que existen múltiples vías a través de las cuales las artes pueden influir positivamente en la salud y el bienestar de las personas.
No obstante, el estudio también reveló que existen profundas barreras socioeconómicas e importantes desigualdades que determinan el acceso a la cultura y las artes. Según la OMS, estos “determinantes sociales de la salud”, es decir, las circunstancias en las que las personas nacen, crecen, trabajan, viven y envejecen, tienen un impacto decisivo en las oportunidades de participación en actividades artísticas y culturales. Factores como el nivel socioeconómico, el lugar de residencia, la situación familiar o el estado de salud, pueden limitar significativamente las posibilidades de las personas para disfrutar de los beneficios que ofrecen estas actividades. Por ejemplo, quienes viven en barrios desfavorecidos, en zonas rurales o en situación de aislamiento social, tienden a tener menos oportunidades de acceso a la cultura y las artes. Asimismo, las responsabilidades familiares, como tener hijos pequeños o cuidar de personas mayores, también pueden dificultar la participación en este tipo de iniciativas. Incluso aquellos que padecen problemas de salud física o mental encuentran mayores obstáculos para involucrarse en actividades artísticas y culturales.
Estas desigualdades en el acceso representan un desafío crucial para aprovechar plenamente el potencial transformador de las artes en la mejora de la salud y el bienestar de la población. Si bien los beneficios se observan a lo largo de todo el ciclo vital, desde la infancia hasta la vejez, las barreras socioeconómicas impiden que estos se distribuyan de manera equitativa.
Para abordar esta problemática, diversos expertos y organizaciones han propuesto estrategias innovadoras, como las “recetas artísticas” o “recetas culturales”. Este enfoque, que ya tiene un recorrido en el Reino Unido y está cobrando fuerza en países nórdicos, consiste en que los profesionales de la salud elaboran un plan en colaboración con recursos comunitarios, recomendando a los pacientes su participación en actividades artísticas y culturales como complemento o alternativa a los tratamientos tradicionales.
Frente a este desafío, existen ejemplos como el caso de Madrid Salud, el organismo autónomo del Ayuntamiento de Madrid. Desde hace 12 años, gracias a un acuerdo de colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, se han desarrollado numerosas intervenciones y proyectos conjuntos entre profesionales de la salud comunitaria y estudiantes e investigadores de las artes. El resultado ha sido una verdadera explosión de vida artística y de participación ciudadana en barrios como Vallecas, Usera, Villaverde, Arganzuela o Ciudad Lineal. En estos centros de salud comunitaria se han implementado talleres de acuarela, poesía creativa, visitas a museos, la creación de jardines verticales, fiestas vecinales, etc. Actividades que, más allá de su carácter artístico, generan espacios de confianza, cuidado, celebración, transformación, diálogo y, sobre todo, conexión con la vida.
En Latinoamérica, el caso de Chile, donde Fundación Teatro del Lago, el Hospital de Frutillar y el Servicio de Salud del Reloncaví han unido esfuerzos para promover el bienestar psicológico y social a través del arte y la cultura. En mayo de este año, estas instituciones firmaron un convenio de colaboración con el objetivo de impulsar proyectos conjuntos que aprovechen el enorme potencial del arte para mejorar la salud y el bienestar de la comunidad. Uno de los proyectos contemplados es dar continuidad a las “Recetas Culturales”, donde se proporcionan recomendaciones artísticas a los pacientes como complemento a los tratamientos tradicionales.
Tanto en Europa como en Latinoamérica, se están desarrollando iniciativas inspiradoras que demuestran cómo la integración del arte y la cultura en el sistema de salud puede transformar la vida de las personas, mejorando integralmente su bienestar físico, mental y social. Estas experiencias nos invitan a ampliar nuestra visión y a aprovechar el poder sanador de las artes para construir comunidades más sanas y resilientes.
En conclusión, la evidencia científica acumulada en los últimos años demuestra de manera contundente que las artes y la cultura desempeñan un papel fundamental en la salud y el bienestar de la población. Aprovechar este potencial transformador, superando las barreras de acceso, representa un desafío crucial para construir sociedades más saludables, inclusivas y resilientes.